Los tipos de apego que establecemos con nuestros hijos


Seguro que a estas alturas has oído hablar del apego, del apego seguro, de la crianza con apego… pero…

¿Qué es todo esto del apego?

El apego no es otra cosa que el vínculo emocional que el bebé o el niño establece con sus cuidadores. Durante los primeros meses y años, la figura principal suele ser la madre, o en el caso de ausencia de ésta, la persona que la sustituya. Y progresivamente se irán estableciendo vínculos de apego con el papá, los hermanos, los abuelos…

Este vínculo emocional, es una necesidad básica del niño, así como lo es el comer, dormir… Somos una especie altricial, que nacemos muy inmadura y por tanto necesitamos esta vinculación con los cuidadores para sobrevivir, porque si no, moriríamos. Así de simple.

Pero no sólo necesitamos el establecimiento de un vínculo emocional estable, sino que es indispensable que esa vinculación proporcione seguridad emocional, fundamental  para el adecuado desarrollo de la personalidad del niño.

¿Cómo se forma este apego?

El apego es un proceso que se va formando a lo largo del tiempo, mediante la interacción que los bebés y niños tienen con sus cuidadores.

Los bebés desde que nacen, traen en su repertorio una serie de conductas, llamadas conductas de apego, cuya finalidad es precisamente lograr esta vinculación emocional con sus cuidadores. Hablamos de conductas como el llanto, el reflejo de succión, la necesidad de mantener el contacto físico, el olor, la risa, el balbuceo…

Con todo este repertorio conductual, los bebés tratan de mantener la cercanía con sus cuidadores, protestan cuando éstas se alejan, porque supone una amenaza para su supervivencia y utilizan la figura de apego como base segura para explorar el mundo, adquirir aprendizajes…

Por este motivo los bebés lloran cuando se les deja en la cuna, protestan cuando te vas de la habitación y te siguen allá donde vayas. Lloran con desconocidos. Se agarran a tu pierna cuando vais a un lugar extraño. Dejan de jugar y de explorar cuando desapareces de su vista…

Conductas, todas ellas, que curiosamente, producen rechazo en nuestro entorno y que de alguna manera, nos animan a erradicar. Seguro que has escuchado comentarios del tipo “no lo cojas que se acostumbra” “Este niño tiene mucha mamitis” “Lo vais a malcriar” “Dejarlo llorar, que son muy listos” “Os está tomando el pelo” “Tiene que acostumbrarse a dormir solo”… y podría seguir con una interminable lista.

Que un bebé necesite y busque la seguridad y proximidad que le proporciona su figura de apego,  y al mismo tiempo,  se angustie cuando se separa de la misma, lejos de lo que nos digan, son conductas totalmente saludables del bebé. 

Los tipos de apego.

A través de la interacción con las figuras de apego, y en función de la disponibilidad y accesibilidad de las mismas, los niños construyen una representación mental del mundo en el que viven. En base a las respuestas que estas figuras den a sus demandas y necesidades, interpretan el mundo como un lugar seguro, cálido y  se ven a ellos mismos como dignos y merecedores de vivir en él. O bien, lo interpretan como un lugar hostil, inseguro del que no merecen nada. Fruto de esta interacción, se van a ir construyendo los diferentes tipos de apego.

Hablar del apego es hablar de autores como Bowlby o Mary Aisnworth, figuras claves en el desarrollo de esta teoría.

Aisnworth, estudió los diferentes tipos de apego, realizando un experimento al que denominó “La situación extraña”.

El experimento se realizó en una habitación, en la que los niños podían explorar y jugar en presencia de la figura de apego. Estudió la reacción de los bebés, cuando la mamá se marchaba de la habitación,  y cuando regresaba de nuevo.

Podéis ver el experimento original es este enlace 

De las observaciones que realizó, estableció la existencia de 4 tipos de apego

Apego seguro

Los niños con apego seguro, en presencia de la madre o figura de apego principal, exploran en entorno, se muestran curiosos por lo que les rodea, permanecen tranquilos y seguros.

Cuando se produce una separación, el niño llora y se muestra ansioso. Dejan lo que estén haciendo y tratan de recuperar el contacto físico y visual con la madre. Lloran, la persiguen allá donde vaya…

Cuando se produce de nuevo el reencuentro, hay una búsqueda del contacto físico, nos piden brazos, besos… y se consuelan fácilmente.  La exploración de entorno continúa, desde la seguridad que le proporciona la presencia de la figura de apego.

Apego Inseguro evitativo.

Los niños con este tipo de apego, cuando la madre desaparece no reaccionan emocionalmente. Son niños que aparentemente no sufren ante la separación. Tampoco hacen un intento de buscar a la madre ni de establecer el contacto con ella cuando de encuentran de nuevo.

Aunque aparentemente son niños que no protestan, que se quedan tranquilos… internamente tienen mucha ansiedad y estrés por la ausencia de su figura de apego. Como mecanismo de defensa, reprimen sus emociones y las conductas de apego, lo que nos hace pensar que están bien.

Apego Inseguro ambivalente

Son niños que manifiestan mucha angustia y ansiedad intensa ante la separación de la madre. Cuando ésta regresa se muestran a veces con agresividad y rechazo, a veces con un deseo intenso de establecer de nuevo el contacto. Lo que llamaríamos una relación amor-odio.

Apego desorganizado

Son niños que no reaccionan de manera coherente ante la separación. El cuidado suele ser una fuente de temor. Son niños desorientados, paralizados, se sienten invisibles.  Este tipo de apego es frecuente en historiales de maltrato.

Lo más saludable: el apego seguro

Socialmente, los niños que muestran apego seguro, son los niños catalogados de mimosos, con mamitis, apegados, dependientes… pero precisamente los que están más cerca de lo saludable. Son niños que se sienten confiados, seguros, que saben que sus figuras de apego estarán disponibles cuando la necesiten, confían en el mundo, con un lugar apacible, seguro. Y se sienten dignos de recibir atención, cariño, amor. Serán adultos sanos, independientes, con una buena autoestima, con seguridad emocional.

Solo estableciendo  un vínculo de apego seguro, siendo sensibles a las necesidades de nuestros hijos,  interpretándolas adecuadamente, lejos de tópicos y creencias erróneas, que nos alejan de sus verdaderas necesidades y dando una respuesta inmediata y acorde a lo que nuestros niños necesitan, según la etapa evolutiva en la que se encuentran. Lograremos establecer este apego seguro.

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Ana Is <3


Ana Isa

Acerca de Ana Isa

Educadora Social y Psicopedagoga, especializada en pedagogías alternativas y creación de ambientes educativos. Máster en intervención socioeducativa con infancia y adolescencia. Dirijo el proyecto educativo "Creciendo y Criando", que nació a raíz de mi primera maternidad en 2015.

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