Los celos entre hermanos son una de las cuestiones, relacionadas con la crianza, que más nos preocupan como madres y padres. Pero también nos resultan molestos y es algo que tratamos de evitar o eliminar a toda costa.
¿Por qué nos preocupan y molestan a partes iguales?
No queremos que ninguno de nuestros hijos sufra, ni nos gusta ver el conflicto entre ellos. Nuestro mayor deseo como padres y madres es que se quieran, que compartan su tiempo, que vean en el otro un amigo y compañero de por vida y tratamos de evitar por todos los medios que crezcan como rivales y compitiendo entre ellos.
Además, los celos nos producen mucho malestar, porque de algún modo, despiertan en nosotros recuerdos y emociones pasadas. Remueven nuestras propias vivencias infantiles. Quizás nosotras también fuimos niñas celosas, y con los celos de nuestros hijos, volvemos a sentir el miedo y la angustia que sentíamos cuando fuimos pequeñas.
A veces, recordar es doloroso, pero al mismo tiempo los celos de nuestros hijos, pueden ser una oportunidad para sanar nuestras propias heridas. Y sobre todo una oportunidad para conectar con las emociones de nuestros hijos, para empatizar con ellos y acompañarlos, de una forma diferente, a como quizás nos acompañaron a muchas de nosotras.
También nos incomodan porque nos asusta el futuro. Cuando vemos celos entre nuestros hijos nos invade el temor, pensando que si los sienten ahora, siempre se llevarán mal y crecerán en la rivalidad y competitividad. Confía en ellos. Si se acompañan y resuelven bien, es una fase que pasará y no tienen por qué implicar una mala relación en el futuro.
Los celos suelen aparecer ante la llegada de un hermano. Aunque también es cierto que pueden ocurrir entre primos de edades similiares, amigos… Pero mayoritariamente es la llegada de un nuevo miembro a la familia lo que los desencadena. Esta nueva situación desestabiliza el sistema familiar. Son muchos cambios en poco tiempo, todos nos tenemos que adaptaron a la nueva situación, y muchas veces no sabemos muy bien cómo gestionar esta etapa de celos, que para nosotras también es una situación totalmente nueva y desconocidas
¿Qué hacemos cuando aparecen los celos?
¿Ignoramos sus conductas y llamadas de atención? ¿Hacemos más caso al hermano mayor para que no se sienta mal
¿Le damos responsabilidades para que se sienta integrado?
¿Le dedicamos tiempo en exclusiva? ¿Fomentamos el tiempo compartido entre hermanos?
¿Le animamos a que abrace y le dé besitos al hermano?
¿Cuánto durarán los celos?
Muchas preguntas, de difícil respuesta, porque cada niño es un mundo, tienen un ritmo diferente de desarrollo, tiene formas distintas de vivir cada situación, nuestra forma de afrontar las situaciones y nuestras circunstancias son únicas… y todos son factores que influyen en la gestión de los mismos.
Conocerlos para saber qué hacer
A lo largo de este y otros artículos, que voy a dedicar especialmente a este tema, porque sé que os preocupa mucho, voy a tratar de ir respondiendo a todas y cada una de estas cuestiones. Porque no os voy a engañar… el tema de los celos es complejo y sobre todo un proceso lento, no es algo que desaparezca de la noche a la mañana. Así que lo primero de todo que os recomiendo, son altas dosis de paciencia.
Conocer los celos, por qué se producen… nos va a ayudar a gestionarlos de manera positiva y respetuosa. También a acompañar a nuestros hijos en el conocimiento de sus propias emociones.
Si logramos comprender qué son, los motivos que los producen y qué pasa en la cabecita del niño que los siente, estoy convencida que tendremos la respuesta al qué hacer ante ellos.
Los celos no son nuestra culpa
La primera cuestión importante que tenemos que saber es que los celos son emociones naturales, sanas y que van a estar presente en la mayoría de los niños, en algún momento de su vida, hagamos lo que hagamos.
Uff esto que acabo de decir nos tranquiliza mucho ¿verdad?
El hecho de que nuestros hijos manifiesten celos no es nuestra culpa. Pero no podemos evitar esta sensación cuando vivimos esta situación. Porque de algún modo, la decisión de tener otro hermano ha sido nuestra, porque es cierto, que por una cuestión de lógica, atendemos más al hermano pequeño, o simplemente nos sentimos culpables porque creemos que estamos haciendo algo mal…
Los celos son normales y se manifestarán hagamos lo que hagamos. Podemos gestionarlos mejor o peor, acompañar a nuestro hijx de manera más o menos respetuosa o no. Y de esto si somos responsables, pero no así de que nuestrxs hijxs sientan celos. A veces, lo único que podemos hacer es minimizar el impacto para que solo sea una fase, y no se queden anclados en ellos.
Los celos son naturales
Imagina que tu pareja tiene una amiga, con la que habla mucho, se escriben, se llaman, quedan… ¿¿¿cómo te sentirías?? Seguramente enfadada, pero sobre todo con una sensación de amenaza y miedo por temor a que esa tercera persona en discordia te quite lo que más quieres que es tu pareja.
Dirás que en esta situación es normal y legítimo sentirse así ¿verdad?.
Es curioso como a menudo censuramos en los niños, emociones que nosotros de adultos sentimos de la misma forma. Sin embargo, es igual de normal y legítimo que nuestros hijxs se sientan celosos, cuando su seguridad, su bienestar y cuidados se ven amenazados. Los niños que tienen celos, sienten miedo a perder la atención, los cuidados y el amor de papá y mamá, y así nos lo hacen saber.
Los celos son una manifestación de temor. De temor a perder lo que más se quiere y necesita: el vínculo de mamá.
La propia configuración de nuestra sociedad tampoco ayuda mucho. Criamos solas, sin tribu, sin apoyos y sin una comunidad que de sostén a ese niño cuando nace otro hermano. Ambos bebes necesitan de nuestras atenciones y nos hacen falta manos para tenderlos. Y es natural, que cuando dos personitas nos necesitan mucho, compitan por nuestra atención.
Los celos son adaptativos
Los celos además son una emoción adaptativa, como respuesta a una necesidad de luchar por algo que apreciamos y consideramos vital: la atención y los cuidados de los adultos.
Somos una especie altricial y eso implica que necesitamos la atención y los cuidado de otros para sobrevivir. Los celos cumple una función adaptativa cuyo objetivo es asegurarse y garantizar unos cuidados básicos, sin los cuales moriríamos. Cuando llega un hermanito, esa necesidad vital de atención y cuidados se ve amenazada. De tal modo que reaccionan con miedo, con inseguridades, con agresividad…
Nosotros sabemos que, a pesar de que haya otro hermano, nuestro amor no lo va a perder jamás, le seguiremos atendiendo y queriendo, pero nuestro hijo eso no lo sabe, no puede aún racionalizar su emoción y, de manera instintiva, tiene que asegurarse que los cuidados, el amor y las atenciones que necesita queden garantizadas.
Detrás de los celos hay miedos, inseguridades, hay temor a la pérdida. Por tanto, la mejor herramienta para acompañarlos es dejarle claro al niño que los siente, que le queremos de manera incondicional.
Diferentes manifestaciones de los celos
El niño ha crecido con papá y con mamá, los ha tenido disponibles y ha recibido sus atenciones siempre que lo ha necesitado. De repente empieza a crecer un bebé en la barriguita de mamá, el niño aún no entiende muy bien cómo. Pero lo que si ve claro es que todo el mundo le dice que cuando llegue, se va a convertir en el hermano mayor, va a tener que cuidarlo, ayudar a mamá, además tendrá que dejarle sus juguetes, jugar con él…
Algunos niños irán aceptando todas estas ideas mejor que otros, pero ninguno se imagina lo que de verdad le espera… En realidad el nuevo hermanito no le gusta tanto como le decían. Además han dejado de prestarle toda la atención exclusiva que tenía antes, el bebé es el centro de atención de todo el mundo. Ya no puede jugar con mamá como lo hacías antes, todo el mundo viene a verlo y le trae regalos. Y él??
Conclusión en su mente infantil: Ya no me quieren. Tengo que recuperar las atenciones que aún necesito. ¿Cómo lo hago? ¿Quizás volviendo a ser un bebé? ¿Queriendo mucho al hermanito y que me vean cómo lo abrazo fuerte? ¿Gritando, pegando y llorando? Voy a probar…
Y así es como el niño empieza a manifestar un repertorio de conductas, que ya veremos más detenidamente en otro post, que son el síntoma de su malestar y sufrimiento ante el temor a perder lo que más quiere.
La edad, un factor clave
La edad sin duda va a ser un factor que incida en los celos. Cuando más pequeños, más dependientes son aún de la madre y más posibilidades hay de que los celos surjan, y además que lo hagan con mayor intensidad. Hay una mayor necesidad real de atención y cuidado y no están preparados para compartirla con nadie.
A partir de los 3- 4 años, ya son capaces de comprender que el amor no se divide, sino que se multiplica y que mamá no va a dejar de querernos porque llegue otro hermanito, pero antes, no pueden. Puede además que coincida con su etapa de autoafirmación o quizás con la retirada del pañal, la incorporación al cole… muchos cambios que complican aún más la situación. Por eso, lo mejor, cambios mínimos cuando llega un nuevo bebé a la familia.
La herramienta más poderosa: Demostrarles nuestro amor
Los castigos, enfados, retiradas de atención, los “besitos obligados” al nuevo bebé… no son efectivos porque no atienden la verdadera necesidad que tiene el niño, que es la atención y los cuidados de mamá.
Es fundamental empatizar con ellos, tratar de entender lo que nos quieren decir con su lenguaje, estar atentas a sus señales ponernos en su lugar, y sobre todo transmitirles la idea de que les queremos de manera incondicional, hagan lo que hagan.
Es importante que sienta la atención de mamá y que reciba el mensaje de que le quieres y vas a estar ahí siempre. No olvidemos que en estos momentos nos necesitan más que nunca.
Gracias por vuestro valioso tiempo!
Muchas gracias! Qué interesante me ha parecido. Me ha sido de gran ayuda!
Hola Alba! Me alegro que te haya gustado el post y sobre todo que te haya servido!! un abrazo. Gracias por pasarte por aquí.
Hola Ana, un interesante post, sin duda.
Comentas que las visitas, cuando llegan prácticamente se olvidan del hermano mayor y sólo tienen ojos para el bebé. Desde mi punto de vista, este comportamiento por parte de personas adultas (amigos, abuelos, tíos, …) denota una total falta de tacto. Se puede ir perfectamente a ver al recién nacido sin hacer que el mayor se sienta mal. Un regalo para él, prestarle la misma atención que al bebé, son detalles, que a mi modo de ver, ayudan a evitar este tipo de situaciones.
En lo referente a los padres es distinto, pues en efecto el niño grande tiene miedo de perder el cariño de los padres; pero repito, la actitud de las visitas (no hablo de todas, pero sí de buena parte de ellas), denota una total falta de sensibilidad.
Sin más, te felicito nuevamente por la calidad del post.
Un afectuoso saludo
Gracias Adela! Me alegro que te haya gustado el post. Y con respecto a lo que comentas, si.. es falta de sensibilidad. No digo que intencionada, a veces hacemos las cosas sin darnos cuenta, sin intención de dañar, simplemente porque nos falta conexión y empatía con la infancia y sus necesidades. Gracias por pasarte por aquí!