Hoy os traigo la continuación del post que inicié el otro día sobre el camino de sombras de mi lactancia. Hoy os cuento cómo fueron los primeros días en casa, la visita a la pediatra… y todo lo que se desencadenó después.
LA LLEGADA A CASA Y LA PRIMERA VISITA CON LA PEDIATRA
Después de 4 días de hospital llegamos a casa. Compré un bote de leche artificial por si acaso, pero no lo utilicé. Seguíamos con la pezoneras. Mi bebé mamaba cada dos horas, mojaba pañales, hacía cacas… nada me hacía pensar que algo pudiera ir mal. A los 8 días vamos a la revisión con la pediatra…empezó a tocarle los pies y a detenerse en ellos. Me dijo que tenía los pies muy fríos. Que no le llegaban suficientes calorías. Al pesarla, mi sorpresa fue que mi bebé pesaba menos que cuando salimos del hospital!! Que estaba fallando?? Habíamos estado toda la semana a demanda, aparentemente mamaba bien…Hoy se que las pezoneras fueron una ilusión y otra de mis sombras en la lactancia. Me puse muy nerviosa, con la sensación de haber estado jugando con mi niña por mi empeño en la lactancia. La pediatra tampoco me ayudó a sentirme mejor. Me recomendó prácticas obsoletas como la doble pesada, me dijo que me estaba utilizando de chupete, (cuando precisamente el chupete es el que sustituye al pezón), que no me sacaba nada de las tetas… solución: ayúdale con fórmula. Ni siquiera un atisbo de ayuda para hacerme sentir mejor, para intentar mejorar la lactancia… Me negaba a volver a los biberones. ¿Por qué no funcionaba mi lactancia? En mi entorno preocupación, presiones continuas por el peso, cada día me sentía evaluada, juzgada…mala madre. Si… ese era mi sentimiento. Sentía que no estaba alimentando bien a mi niña.
Decidí pedir una segunda opinión y acudí a un pediatra privado. Me aconsejó lo mismo. La niña estaba muy al límite del peso, no podía jugar con ella. Al menos el trató de tranquilizarme, de hacerme ver que la niña pesaba muy poco y que lo primero era recuperar el peso, luego ya veríamos. Sus recomendaciones fueron que la pusiera al pecho lo primero, unos 10 minutos en cada pecho para no alargar la toma y que se cansara. Después darle un apoyo de bibe. Lo de los 10 minutos en cada pecho no me convenció. Sabía que eso era un mito muy arraigado en la lactancia y con solo 10 minutos al pecho la niña solo sacaba la leche del principio. En un primer momento si lo estuve haciendo así, pero luego dejé que la niña se soltara sola.
LA CRIANZA EN SOLEDAD.
Pero las tomas eran interminables. Había veces que me tiraba una hora y media de reloj con ella. Se nos juntaban unas con otras. Pero había que intentarlo. Nadie dijo que lo inicios fueran fáciles. Me hice de un buen sacaleches y empecé a sacarme leche para sustituir los complementos de fórmula por los de mi leche extraída. Empecé a utilizar el biberón Calma de Medela, que tiene una succión similar a la del pecho. Conseguía sacarme bastante en las primeras horas del día. Y tenía para un par de tomas. Pero no tenía mucho más tiempo para realizar extracciones. Aparece otra sombra: la crianza en soledad. Papá tiene un trabajo que le exige estar muchas horas fuera de casa, la niña me demandaba muchos brazos… No encontraba el momento para extraerme leche. Cuando me quedaba tranquila por la tarde y encontraba un huequito venía una visita. Si era de confianza, aprovechaba para sacarme leche, pero si no… imposible hacerlo. Al final, las últimas tomas tenía que hacerlas con fórmula porque no había logrado suficiente leche.
Las tomas nocturnas no eran mejor. El cansancio me mataba, cada vez que llegaba un toma no lo podía soportar. No era algo que estuviera disfrutando. Mis pechos se despertaban ingurgitados. La niña no estaba mamando bien porque no me los vaciaba, a pesar de que la ponía cada dos por tres en ellos.
FALTA DE VÍNCULO
Lo que más me dolía era que miraba a mi bebé y no sentía ese enamoramiento del que hablaban. La quería por encima de cualquier cosa, no podía dejar de mírala, de olerla, de tocarla, pero por otro lado me sentía frustrada, enfadada… porqué no mamaba? quería darle lo mejor de mi y no me dejaba. Me siento egoísta escribiendo esto pero eran mis sentimientos de entonces. No estaba disfrutando de estos primeros momentos con ella. Todo se reducía a lograr la lactancia y esto no me dejaba ver más allá. Se que todos mis sentimientos se los estaba transmitiendo a ella. Lo que yo sentía, lo sentía también mi bebé y quizás por eso el vínculo tampoco fluía.
GRUPO DE APOYO A LA LACTANCIA
Acudí a un grupo de apoyo a la lactancia. Sabía que las pezoneras eran nuestra principal barrera y que eran las responsables de que la transferencia de leche no fuera buena, de que mis pechos no se vaciaran, de que mi bebé no cogiera peso. Primero había que retirar las pezoneras y asegurarnos un buen agarre para posteriormente poder ir retirando fórmula.
La primera vez que acudí al grupo después de que naciera Valeria me sentí un bicho raro. Todas las mamás que había allí estaban felices por sus lactancias, o al menos a mi me lo parecían. Todas daban el pecho alegremente. La asesora me preguntó por las tomas de fórmula que hacía, la cantidad que se tomaba…y se que eran preguntas necesarias pero yo me sentí juzgada, como si estuviera cometiendo un delito. En aquellos momentos, con mi vulnerabilidad encima, me sentí mal. Intentamos poner al bebé al pecho, sin pezoneras, para ver como reaccionaba. He de deciros que se hartó de llorar. No encontraba el pecho, la asesora le agarraba la cabeza y cuando abría la boca la empujaba para que cogiera el pezón. Ahora se que a un bebé y a una mamá jamás se les debe de tocar. Hay que sugerirle posturas, indicarle como debe hacerlo, pero nunca tocarles. Aún así mi niña consiguió engancharse. Estuvimos toda la tarde mamando sin pezonera! Que sensación más chula!
Pero llegó la noche… Yo que me pensé que todo estaba conseguido… nada más lejos de la realidad. Puse al mi niña al pecho y otra vez que no lo cogía. Se desesperaba, se frustraba, lloraba y lloraba. Me fui al salón para no molestar a papá. Teníamos que conseguirlo. Pero mi niña no paraba de llorar y no conseguimos el agarre. Nos pasamos casi toda la noche despiertas y llorando. Así que volví a recurrir a las pezoneras.
A la semana siguiente volví al grupo. Les conté que mi niña lloraba mucho sin las pezoneras, que no lograba engancharse sin ellas. Seguía poniéndola al pecho cuando me demandaba, pero seguíamos con la fórmula. Las pezoneras seguían siendo un problema porque los pechos no se vaciaban bien, no había una buena transferencia de leche. Mi bebé estaba muy dormida por las tardes y tuvimos que despertarla para intentar ponerla de nuevo al pecho. Tuve que escuchar comentarios del tipo “Menos biberón y más teta, verás como se despierta cuando haya hambre”. Me sentí juzgada, poco comprendida. Me sugirieron cosas como retirar las pezoneras de golpe, que cuando no tuviera otra cosa a la que agarrarse, verás como lo hacía del pezón… No me parecieron métodos nada respetuosos para la niña. Eso por no decir que volvío a tirarse la hora que estuvimos en el grupo llorando porque no lograba agarrarse al pecho. Como os imaginaréis a la semana siguiente no volví. No había encontrado en el grupo la ayuda que necesitaba.
Decidí seguir con las pezoneras y el suplemento y llegué a la conclusión de que sacara lo que sacara, por poco que fuera, algo era. Seguí sacándome leche cada vez que podía y así estuvimos un tiempo.
EL DESTETE
Seguíamos con controles de peso cada semana en el pediatra. Más o menos íbamos cogiendo 200 gr semanales, lo cuál está muy bien. Hasta que llegó una semana que la niña no cogió mucho peso. Si al menos hubiera tenido la recompensa de que todo el esfuerzo, el dolor en los pechos, el cansacio acumulado, las tomas interminables…estaban sirviendo de algo… pero no… No servían de nada porque la niña cogía poco peso. Yo no estaba bien con la lactancia, y esta fue la gota que colmó el vaso…y un mes y medio después decidí destetarla. Hoy se que el peso no es algo lineal, que unas semanas cogen 100 gr y a la siguiente te cogen 220 gr. Pero en aquel momento me asusté, la presión pudo conmigo, el agotamiento me superó…no podía más. No puedo evitar un sentimiento de pena y de culpa cada vez que pienso en el tema, me queda la duda de si podía haber hecho algo más, si aquel día hice bien en tomar la decisión de destetar. Quizás si hubiera esperado un poco más lo hubiera logrado, pero por otro lado pienso ¿a qué precio?.
En aquel momento no era feliz. Necesitaba enamorarme de mi niña, disfrutar de la crianza, disfrutar de ella. Y mi empeño en la lactancia no me estaba dejando hacerlo. Estaba enturbiando mi relación con ella. Alguien a quien admiro y respeto mucho me dijo que la crianza con apego va mucho más allá del pecho. Que la maternidad no solo se centra en la lactancia, que va mucho más allá de ésta. Es una parte importante pero no lo es todo y eso me hizo verlo todo más claro.
LA IMPORTANCIA DE COMPENSAR
Desde aquel día dejé de presionarme en cada toma, aflojé la presión con el peso, empecé a disfrutar de mi niña y empecé a compensar. Empezó el vinculo, nos empezamos a enamorar…
Se que al quitarle la teta le quité muchas cosas con ella. No solo el alimento lleno de vida, sino también contacto, consuelo, apego. No me puedo quedar con mis circunstancias y no hacer nada más. Trato compensarle y proporcionarle estas cosas de otra forma, con el porteo, el contacto continuo, el colecho, los besos, los abrazos, el respeto…
Cuando se pone a llorar y no la calmo con nada, me acuerdo mucho de la tetita. Se que con ellas muchas de las situaciones hubieran sido más sencillas. He de confesaros que no me rendí del todo y alguna que otra vez intenté meterle de nuevo la teta para que se calmara, sin éxito claro… pero quien sabe!! Tenía que intentarlo.
Sigue siendo muy duro cuando alguien me pregunta ¿le das el pecho? Y tengo que responder que no. Si me aceptáis un consejo, nunca hagáis este tipo de preguntas a una mamá. No sabemos sus circunstancias y lo que ha sufrido. Me cabreo especialmente cuando a continuación me dicen, no pasa nada… si con biberón se crían igual, intentando arreglar la situación y aliviar mi conciencia… porque no… no se crían igual. Estarán alimentados, pero les falta eso otro que aporta la lactancia además de alimento: El vínculo, el apego, el contacto, el consuelo… y por eso hay que compensarles de alguna manera.
He terminando mi formación como asesora de lactancia. Me ha costado mucho, muchísimo terminar el curso, le llegué a coger manía a todo lo que tuviera que ver con la lactancia. No me sentía merecedora del título cuando ni siquiera yo había sabido solucionar mi problema. No me sentía con el derecho ni la autoridad suficiente para ayudar a otras mamás. Pero ahora tengo claro que quiero hacerlo. Que no quiero que nadie se sienta como me he sentido yo.
La perspectiva del tiempo me está ayudando a ver las cosas de otra manera, aunque soy consciente de que esta herida por la lactancia perdida jamás se cerrará. Ahora mismo soy capaz de decir que doy el biberón, pero soy consciente de que no estoy haciendo lo que es natural. Siempre voy a defender la LM como lo natural, lo que nuestros bebés esperan encontrarse, para lo que están preparados… a pesar de mis circunstancias y de mis decisiones.
Me he emocionado mucho con el relato. En la vida hay que tomar muchas decisiones y la tuya es acertada y respetable a partes iguales porque si tú no estás bien, tu bebé tampoco lo va a estar. La lactancia materna es lo deseable, lo natural…pero no siempre es posible y por ello pienso que no se le puede criticar a una madre. ¿Cuántas cosas hay en esta vida deseables y naturales que no se hacen o no se pueden hacer? Entiendo que es un tema complejo y que cada persona la vive de una manera diferente pero si vosotras estáis bien, eso es lo verdaderamente importante. Un beso mi niña.
Gracias corazón! Si..la verdad esq tras dejarla todo empezó a fluir de otra manera. Siempre me quedara la pena pero tb se que fue la mejor decisión que pude tomar! Un besazo
No sabia q te estabas formando como asesora de lactancia!! Fíjate, es una pena porque has podido sufrir en tus propias carnes q a veces dar el pecho es muy dificil. Aún así, lo q digo siempre, lo mejor es una mama y un nene tranquilos, ya sea con teta o con biberón y, desde luego q el vínculo y el afecto puede existir de cualquiera de las maneras. Creo q yo tambien hubiese sufrido mucho si no se nos hubiese dado bien la lactancia porque, cuando sabes que es lo mejor duele renunciar pero piensa q lo has hecho para poder disfrutar de tu relación con él, q es lo primero. Lo estás haciendo fenomenal, porque lo estás haciendo con todo tu amor 🙂 Un besote grande!!
Gracias reina!! Sii me formé con multilacta. Y si…a veces es complejo dar el pecho por toda la cantidad de factores y situaciones que nos rodean, de ahí la importancia de una buen acompañamiento a la mamá, la formación de los profesionales en contacto con ella, el apoyo del entorno.. En fin queda tanto por hacer! Pero bueno nosotras estamos bien y compensando a cada rato la falta de tetita con muchos brazos, besitos, porteo, colecho…
Un abrazo
Madre mia…. Me he encontrado con tu post unos años después. Te entiendo perfectamente. Tomar esa decisión sabiendo que va a ser lo mejor dependiendo de las circunstancias. Me pasó lo mismo. Y me sentí igual. Mala madre, que no le daba lo mejor, frustrada, una pena enorme, solo podía darle yo el biberon porque era mi teta… Y esa pena siempre siempre la voy a tener ahí pero yo también compensé! Con millones de achuchones, de miradas, de disfrutar de ella. Mi instinto me pedía que tenía que dar el pecho. Actualmente tengo otro bebé de la que estoy disfrutando de la LM en exclusiva y exitosa. No le he dado ni un bibe jajaja y esta etapa pasará y volveré a dormir a pierna suelta y a ser más independiente. Yo que se lo que son las dos cosas…. Dar el pecho requiere un esfuerzo grande, llevamos 7 meses ya… La vida actual a veces nos pone impedimentos. Yo doy gracias que en el trabajo me han puesto las cosas fáciles. Pero no cambio dar el pecho por nada en este mundo. Simplemente es otra etapa de la vida. Gracias por tu post, gracias por compartirlo.
Pingback: Bicheando por la blogosfera. Los post de la semana | Creciendo y Criando
Te entiendo mucho!!! A mí me pasó que mi hija era flojita para mamar pero tenía buen agarre, los primeros días en la casa fueron terribles, se me hicieron heridas en los pezones y me dolía mucho dar tetica! A los 10 días guiamos a control y había bajado de peso… Me pregunté pero como??? Si estaba pegada a mi todo el día toda la noche, me frustre, ese mismo día la tuve que dejar hospitalizada porque se le había infectado el ombligo, me sentía tan mala madre. Como estaba baja de peso le dieron fórmula en la clínica los 3 días q estuvo, al darme el alta me recomendaron biberón y teta para que aumentará de peso, como tenía miedo por la infección seguí el consejo de la pediatra, mi leche empezó a disminuir… Hice de todo para aumentar mi producción y finalmente ahora a los 3 meses de mi hija ella ya no quiere nada con mis pechos, solo biberón. Mi marido me anima y me dice que lo intente, que no es mi culpa, pero me siento tan frustrada siempre pensé que le daría mi leche a mi hija independiente si dolía o era cansador, me da tanta pena ponerla al pecho y que ella se ponga tieza y llore… Es como que me rechazara… También estoy de duelo!
ME queda la esperanza de que al tener otro hijo y con la experiencia ya obtenida en la lactancia pueda tener una LM exitosa.
Pingback: 10 errores que cometí en mi lactancia | Creciendo y Criando
Pingback: La idealización del biberón. 5 mitos que desmiento | Creciendo y Criando